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PARECE QUE VA A LLOVER...

El ejercicio de hoy es inventarnos un texto desde la siguiente frase..."Parece que va a llover" ¿Como crees que me fue?

“Parece que va a llover”, exclamó con una fuerte voz la pequeña Angélica a sus padres mientras estaba acostada en el suelo verdoso del patio de su casa.

– No puede ser cierto – dijo su padre Alberto con algo de desconcierto, - si ya llevamos meses sin ver una gota de agua alimentando estos suelos –

Y es que lo extraño es que en la ciudad donde vivían los González, siempre solía hacer un clima bastante frio, como en invierno, pero sin nieve y con mucha lluvia, lo que provocaba tener un tumulto de chaquetas que quitaran todo rastro de frío, o una especie de ventilador que emitiera calor, como algún acondicionador portátil. Es por ello que los ciudadanos de aquel lugar acostumbraban cargar con sus chaquetas, y acomodaban su vestuario sin perder el glamour, la sombrilla se convirtió en un accesorio más, tal como los zarcillos o aretes que las damas de alta alcurnia suelen usar. Un día, sin embargo, todo empezó a cambiar.

Cinco meses atrás, la familia González se encontraba ejerciendo sus labores naturales. Labores que los adultos quisieran rechazar y los niños realizar. Angélica era parte de ese porcentaje de niñas que admiraba y deseaba trabajar en la oficina de papa. -Buen día hermosa señorita - con ese saludo el padre siempre recibía a Angélica cuando ella llegaba a su trabajo, en sus aposentos. Y es que era imposible resistirse, la originalidad de invenciones que veía la hacían desear vivir en ese mundo ideal.

– Buen día caballero – le respondió la pequeña, siguiéndole el juego al papá

-vengo a recogerlo para que su chofer lo lleve al evento en el que se encontrará con su querida hija a pasar una tarde de té- respondió con mucha alegría.

- Claro que sí bella dama, salgo inmediatamente para allá, no puedo faltar a esa importantísima reunión – exclamó el papa.

Terminando de tontear, un gran abrazo el padre le fue a dar y para quienes creían que en un auto partiría, lo cierto es que para tal lujo el salario nunca le alcanzaría. Lo bonito de la rima, es que nos sirve para narrar lo que seguiría. El padre tomo entre sus brazos a Angélica, quien no paraba de mirar sus grandes cejas pobladas - ¿En tus cejas vive algún animal? – pregunta la inocente niña

-Ja ja ja – se reía el padre de ver cuán imaginación tenía su hija, inclusive eso lo iluminó - ¿sabes qué? Quiero crear un juguete en forma de animal, que pueda mutar en lo que sea que imagine el niño- refirió el padre

En medio de su curiosa charla, y del fuerte viento que los acompañaba, el padre alcanzó a vislumbrar a un muchacho que estaba sacando monedas del pozo que estaba junto a la iglesia. –Muchacho, deja lo que estás haciendo, no sabes lo que haces! – gritó el papá de Angélica. - ¿y qué es lo que no sabe? – preguntó la perspicaz niña

-Se dice que Dios ha bendecido estas tierras por el clamor y oración de la gente- le explicaba el padre –Pero hay mitos culturales que explican que la humedad y las lluvias que nos permiten tener buenas tierras se debe a la magia de ese pozo, la gente presume que está encantado- concluyó

Con cara de asombro la pequeña Angélica no se guardó ninguna de las dudas que tenía e inmediatamente le preguntó - ¿y tú crees que eso es así?- El padre en realidad no quería contestar tal pregunta, porque su fe estaba por encima de las supersticiones. – Pues la verdad hija, yo solo creo en el poder de Dios. Pero si en mí está, prefiero evitar cualquier maldición provocada por juegos de niños que no miden las consecuencias de sus actos -

Ante semejante grito, el niño había huido despavorido. – Vámonos rápido, antes de que comience a llover ¡otra vez! – dijo el padre aún exaltado y se marchó con Angélica.

Al día siguiente de tal acontecimiento, la madre de Angélica se levantó a abrir las cortinas como era de costumbre. Su madre disfrutaba de la luz del día. – Pero que calor está haciendo el día de hoy- susurró la señora mientras entraba a la habitación de Angélica, para no despertarla. Sin embargo entre dormida, la niña logró percibir tal comentario, y ello la despertaría para emprender una carrera hasta el cuarto de su papá, y le dijo – Papi, papi- con mucha emoción en su voz, - es la primera vez que veo un cielo tan despejado y un sol tan brillante-

-Es cierto, hija, hace bastante tiempo que no veía un paisaje como este- y mientras disfrutaban de la vista, el padre vio desde su ventana al niño que el día anterior robaría las monedas del pozo mágico. –Oh! Oh! No puede ser- dijo angustiado el papá - ¿Será que los mitos son ciertos?-

-¿De qué hablas?- pregunta la mama, a lo que el señor le contaría todo el suceso que habían presenciado junto a Angélica el día anterior.

Minutos después la niña no puede aguantar el desconcierto y la alegría de saber que existía la magia

-¿O sea que ese pozo es mágico? – decía la niña

-Al parecer si- dijo el padre. Y día tras día Angélica pedía permiso a sus padres para que la dejaran visitar el pozo. Y aunque parezca que a una niña tan pequeña de 6 años no la dejarían salir por esa puerta, su responsabilidad y buena intención tocarían el corazón de sus padres para darle la razón.

Pero no todo fue alegría, Angélica observó que algo andaba mal, el calor se intensificaba cada día un poco más. – Mi planta favorita murió ayer, y ya no queda agua ni para beber – decía ella entre sollozos.

Los demás habitantes del lugar, comenzaron a enfermarse por el calor, trabajando el doble para conseguir agua y alimentos frescos, pero sus esfuerzos no llegaron a funcionar.

Luego de cinco meses, donde ninguno tiró la toalla decidieron ir al pozo, y que grata sorpresa le dio al papá de Angélica, cuando vio al niño que había robado las monedas con un gran arrepentimiento. Sus sinceros sentimientos lo guiaron a querer hacer algo por la ciudad que lo había visto nacer y crecer

–Perdón Dios, aquí devuelvo lo que nunca debí coger- Dijo el niño que luego lanzaría las monedas al fondo del precipicio.

El pueblo se animó, volvió la esperanza, por un momento el cansancio se apartó y nuevamente la alegría los envolvió. Pasaron unos días y al parecer nada sucedió, - Ese pozo al final no era mágico- replicó Angélica a su padre mientras reposaba su cabeza en los verdes pastos de su patio que aún no morían de calor. Sin embargo la pequeña niña, no se había fijado de la gran cantidad de nubes que sobrevolaban al frente suyo. Guiada por la costumbre, que al parecer nunca perdió, comenzó a contar las nubes que veía y que pocos segundos después dejo de ver, porque se juntaron para formar una gran y poderosa nube.

-Oh, ya veo- sonrió Angélica quien con una fuerte voz a sus padres gritó –Parece que va a llover.-

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